lunes, 6 de julio de 2009

LA CARCEL (tercera parte)


haciendo frente

Cuando logro tener en orden sus ideas, comenzó a poner en marcha una forma de librarse de todos sus miedos, de la pesadilla que ahora tenía cara y nombre.
¿Cómo hacerlo para no herir a nadie? ¿Cómo eliminar a ese enemigo sin llevarse por delante a ningún ser amado? Sin dañar a los que tenía cerca, era una tarea difícil.
Ella, persona sensible donde las haya, y mujer sensata hasta la medula, con tantos prejuicios a su espalda, no le resultaría fácil matar al monstruo. Sabía que no era fácil y comenzó de nuevo ese peregrinar en busca de soluciones mágicas, a sabiendas que no existían, pero deseaba soñar que algún día mataría al monstruo de un plumazo, y de un plumazo también dejaran de existir sus problemas,, sus angustias, sus miedos, y por fin viviría en paz, pero no había pócimas mágicas, y era consciente de ello.
La única solución la tenia ella en sus manos y nadie se la podía dar.
Ante ese fututo tan negro, y sin salidas claras comenzó a acariciar la idea de la muerte como una salida a ese asunto en cuestión y como una liberación, también pensó en coger la maleta y desaparecer, muchas veces comento con quienes la conocían que entendía a las personas que un día desaparecían sin más, eran solo especulaciones, jamás lo haría, era una mujer responsable y lo cierto es que esa situación la mataba un poquito cada día.
Llego a pensar que se estaba volviendo loca, y haciendo honor a la verdad muchos que la conocían lo pensaban también, como es posible que alguien con esa vitalidad, se convierta en lo que es, alguien asustadiza, que lloraba por los rincones, para no ser vista.
Busco ayuda fuera de su casa, y se enamoro de un hombre pensando que eso la sacaría del abismo en que se encontraba, lejos de sacarla la sumió en una profunda tristeza, porque como siempre supo que nunca se podría quitar sus pesadillas y sus monstruos, y que podría llegar a asustar a cualquiera que se le acercara, era una carga pesada incluso para ella, nadie la ayudaría a tirar de su carga; así que solo le quedo esperar e ir viendo que le traía la vida, en su espera no paso ni un día que no buscara la forma de librarse de su carga, de su casa y de todo lo que en ella vivía, en definitiva de su vida, porque su monstruo, su pesadilla sus miedos, y sus angustias, Vivian con ella en esa casa, y hasta que no se deshiciera de ellos no alcanzaría la paz.
Porque era su vida la que la mataba, era su vida la que la asesinando poco a poco por días, lo hacía tan despacio que nadie podía verlo, solo que tampoco le daba tregua.
Debía ponerle solución o la mataría, era su vida el enemigo, ¿Cómo hacerle frente a eso?
No era fácil la salida, y ella lo sabía.
(continua)

domingo, 5 de julio de 2009

LA CARCEL (segunda parte)




PIDIENDO AYUDA


Cuando por fin se decide a pedir ayuda comenzara a descubrir grandes verdades, sobre ella, Abierta a cualquier apoyo externo para deshacerse del monstruo, acepto todo tipo de diagnostico porque sabia que en alguno estaría la verdad, su única verdad, y comprendió que quizás juntando todos, ella misma podría descubrirla, no sabia si eso la sacaría de su cárcel de cristal, esa casa construida por ella misma hace años, pero al menos lograría descubrir porque llego hasta allí.
Asistió a consultas de sicología, siquiatras, sicoanalistas, médicos naturistas, terapias de grupo, limpieza del interior, se dedico a viajar por internet en busca de algún resquicio de esa verdad, pero no había ni tan siquiera un rastro de que en alguno de estos lugares, estuviera la respuesta, no había lugar del que le hablaran que ella no visitara para encontrar como deshacerse del monstruo, o bien como al menos inmunizarlo, para que no le haga más daño.
Después de estos encuentros ya a solas con su realidad, y su propio temor, analizaba cada instante, cada segundo de sus conversaciones, llegaba a conclusiones que no siempre le sirvieron de ayuda, después de años de castigo, comprendió que su monstruo iba con ella a todos los sitios, esa era la razón por la que siempre volvía, ella dejaba atrás, las casas, el lugar, y hasta los vecinos con quienes compartiera buenos y malos momentos, incluso amigos y siempre parte de su vida, pero ni una sola vez dejo, todo aquello que tenia dentro de su casa, y era allí donde vivía su monstruo, fue tal el descubrimiento que la idea la aterro, y un frio estremecedor cubrió su ser, que termino con un sudor y se adueño de ella, la hizo temblar de pánico, se agazapo en su cama, inmóvil sin poder moverse, no se atrevió ni abrir los ojos por temor a ser agarrada, y lloro… lloro tanto que el sueño termino por vencerla.
En ese momento comenzó su pesadilla, una pesadilla que jamás habría querido que empezara, de haberlo sabido quizás habría dejado sus búsquedas, y se habría quedado con su monstruo en su cárcel de cristal; pero como a veces sucede abrió su caja de pandora, y no había vuelta atrás; se puso de frente a su enemigo y de frente a su verdad.
Ahora sabía y conocía al monstruo y no la hizo sentirse mejor.

(continuara)

sábado, 4 de julio de 2009

LA CARCEL (primera parte)




Llego hasta allí de la misma forma que había llegado a los demás lugares por los que paso en su vida, lejos del ensordecedor ruido de trenes, de los autobuses que vienen y van sabiendo siempre donde está su final, y cada pasajero que lleva su propia historia, quizás escondida, o quizás solo sus vivencias sin más, lejos del bullicio de los niños al entrar y salir del colegio, sin más problemas que el de llegar a tiempo a clase o cambiar con sus amigos algún cromo repetido, para terminar pronto su colección. También lejos del supermercado, ese al que las señoras algunas vecinas suyas, por las mañanas visitan para planear la comida, la cena o simplemente la merienda de sus hijos.
Asistía a esa llegada como ausente, no consciente de lo que realmente significa…
una huida.
Como todos sus cambios, siempre fueron huidas.
¿De que huía realmente? Esa era su pregunta, pero ella no tenía la respuesta, tomaría años hasta que que se vislumbrara un poco, que la movía a levantar el vuelo y salir corriendo.
También le tomo años conseguir tener la casa como a ella le gustaba, vivía a la orillita de un arroyo, al lado de una vaquería, y podía tirarse tardes enteras, mirando a las vacas, jamás le llamaría estudiarlas, pero era lo que hacía realmente, estudiaba su entorno y forma de vida,
Decía que las vacas aunque no eligen su forma de vivir son como los humanos, viven en comunidad y se relacionan con su propio idioma, son cotillas como los humanos, y si algo fuera de lo normal sucede, de alguna manera se avisan unas a otras, y terminan por aglomerarse en el lugar de los hechos.
Aprendió el arte de la siembra tomates, pepinos, lechugas, árboles frutales, en ocasiones pensó que vivir allí se había convertido en lo mejor de su vida, se equivocaba.
Aprendió el amor a los animales, llegando a tener perros, gatos, y algunas especies de pájaros, realmente aprendió que dentro de ella, con sus fobias incluidas, amaba a los animales incluso al más insignificante, incapaz de quitar la vida a una simple lagartija, se enriqueció con su nueva vida, esa vida que sin apenas pensarlo había comprado.
Pero no le duraría mucho.
Porque un día volvió su monstruo, de nuevo comenzó a acecharla, y no la dejo que encontrara la paz, se había marchado lejos, creía que fuera de su alcance, pero después de un tiempo el hizo acto de presencia y se dejo ver de nuevo, esta vez para no marcharse.
Con sus miedos vio la posibilidad de volver al asfalto, al tumulto de nuevo, y quizás envolviéndose entre la gente podría perderse.
Pero se quedo…
No sabia como salir de esa cárcel, que ella misma había construido para vivir.
Años enteros paso compartiendo espacio con sus miedos y sus monstruos, pero la volverían loca, sus noches sin dormir, sus tensiones, sabia que esos dolores de cabeza que le atacaban hasta hacerla estremecer para revolverse del dolor, terminaría por hacerla desear su propia muerte, comprendía perfectamente que esa ansiedad, esa angustia, que apretaba su pecho no eran signos de una vida tranquila, que era lo que ella buscaba. Tantas veces pensó si estaba loca, o era una persona normal.
Pensó que la hacía comportarse de esa manera tan irracional en algunas ocasiones, y en cambio en otras, tal y como era, una persona responsable y valiente, como siempre se había sentido.
Entonces comprendió, necesitaba ayuda.
(continuara)