lunes, 12 de abril de 2010

prosa para el ser amado


La tristeza es un sentimiento que se aposenta, dentro de nosotros y nos invade, una sensación de vacío que produce tanto dolor, en ocasiones hasta nos lleva a la amargura.

No sería mi propio caso, porque la melancolía de la que hablo lo que está haciendo es llenar mi espíritu de mis propios demonios, que quizás estaban dentro de mí, pero dormidos, al despertar se colocan con tal ingenio que consiguen perturbar la paz y la serenidad, que tanto se anhela.

No  es imposible que tanto amor, tanto derroche de dedicación, tanta entrega  aporte a su historia las incertidumbres ilógicas de las batallas no peleadas, sin culpables, ni inocentes, ni tan siquiera neutrales,  como podrían ayudarme a liberar lo que son mis propios miedos, esos que alteran y agitan el vivir diario y placido que los humanos buscamos con vehemencia.

Hay amor si tu pudieras ayudarme, si en tu regazo yo pudiera apoyar mi cabeza, y encontrara la tranquilidad que mis entrañas reclaman incansablemente, sería entonces cuando quizás, hallaría la calma que solicito  persistentemente amándote.

No es que este cansada de decir el amor que proceso y que tu sabes, es que me duele el corazón y sin remedio sigo queriendo a todo lo que tu representas, porque sea como fuere así empezó esta crónica, amándote a ti, y así a de continuar por días sin definir.