Cuando se fue a dormir sabía que no sería una noche mas, tenía claro que esa noche seria larga y la mantendría despierta. En su memoria no dejaba de repasar cada punto tratado esa tarde con él, no olvidaba aquellos reproches que hacían sonar en su mente como si fuera un tambor repitiéndose.
Tampoco olvidaba lo dicho por ella, no cabía pensar que debí decir, o quizás callar, porque estaba segura que necesitaba que el supiera cuáles eran sus necesidades, y que la martirizaba tanto en sus entrañas.
Por fin vio los primeros rayos de sol, aparecer entre su persiana, sin haber conseguido cerrar las ojos ni unos minutos, y decidió, de un salto pongo pie en suelo, me ducho y de nuevo a la vida.
Hoy quizás más triste que ayer, y también cansada, pero en este camino no tenemos vuelta atrás, el frente es el destino.
2 comentarios:
El destino depende de nuestra actitud y la seguridad de que lo podemos doblegar a nuestra forma. Así que, pie al suelo, una ducha y ¡a por la vida!... que ahí está.
Anoche fue una noche de esas...son horribles
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