lunes, 22 de diciembre de 2008

LA HUELLA DE DIOS


Alguien me contó:

Que un creyente en el final de sus días, hablaba con Dios, enfadado, por la poca ayuda que había recibido de el, en sus momentos difíciles, durante su caminar por la vida.

Le dijo, Dios estuve tan mal, en esa ocasión en que murió mi madre, y tú en vez de ponerte a mi lado, te alejaste de mí.

En eso Dios sacó su registro (porque El tiene un registro de todos y cada uno de nosotros) y le contestó; mira por favor, esos pies que se alejan, no era Yo, si te fijas bien, te reconocerás, eras tú quien aligeró el paso, en esa ocasión para alejarse de Mí, Yo solo me rezagué para dejarte seguir libremente tu camino.

Quizás en esa ocasión si fui yo, pero y cuando necesitaba trabajo, te necesité mucho y tampoco Tú estabas allí, y bien que te supliqué.

Dios entristecido dijo, dime ¿quien ha dirigido tus pasos, esa mañana hacia el lugar donde encontraste el trabajo? Tus pensamientos eran otros, ¿lo recuerdas?

Habías pasado mucho, y era el momento, de que encontraras algo bueno en el camino.

Y así fue, ese trabajo te trajo muchas alegrías a tu vida. ¿Te ves, lo feliz que eras?

Este hombre en ese momento lloró, y recordó, era cierto, esa época fue tan buena en su vida, fue tan feliz.

Dios continuó… siempre me tuviste a tu lado, solo me alejaba de ti, respetando la libertad que te di, si tú no querías tenerme a tu lado, Yo aminoraba mi paso y te dejaba continuar solo, pero si tu deseo era verme junto a ti, entonces corría y me ponía a tu vera y caminaba a tu par.

Tú sin embargo sabes Dios que cuando estuve enfermo, en ese momento sí te necesité y mucho, pero Tú no estabas, y entonces señalando el registro dijo miraaaaa caminaba solo, aquí solo hay unas huellas, no estabas, no te tuve.

A lo que Dios con lágrimas en los ojos le contestó, te equivocas de nuevo, fíjate bien, solo hay unas huellas, tienes razón, pero son profundas ¿las ves? Estabas tan débil, no podías caminar, te llevaba en brazos, esas huellas que se ven, tan profundas eran las mías, cargué contigo todo el tiempo.

Aquí más que nunca estaba contigo, no estaba junto a ti, estaba unido a ti.

El hombre entonces calló y lloró amargamente, nunca supo que había sido conducido por Dios y que le había tenido tan cerca siempre.

Dios nunca se aleja de los humanos, nosotros por la libertad que nos fue dada decidimos estar cerca o lejos de Dios.


Este escrito no es mío lo escuché hace mucho y recordándolo decidí escribirlo.

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