lunes, 22 de diciembre de 2008

LLEGÓ EL FINAL



Si tuviera que definirlo, sería llamado lealtad.

Si una palabra hablara de él, sería nobleza.

Porque él, ese tipo de animal a quien tanto temen, era fiel hasta la muerte, y noble, cariñoso, juguetón, mi perro, un rotwailer, que nunca hizo honor a su raza, y tampoco a su nombre, pero del que yo estuve tan orgullosa siempre. Se llamaba Nerón, nombre bíblico conocido y famoso por sus maldades, quien conoció a mi perro ese nombre le recordará con cariño.

Ha muerto y creo que merece que hable de él, dejará un gran recuerdo en nuestras vidas.

Se despidió de nosotros con esos ojos tan tristes, es como si quisiera decirnos me marcho, se acabó.

Es fácil recordarlo con su caminar, como si él supiera y es que sabía que era un perro con poderío, con un porte tan señorial.

Se le apagó la vida, y es difícil plasmar aquí cuanto se le echa en falta.

Es un homenaje a mi pequeño, gran perro.

Tan grande como su raza, tan pequeño como su especie.

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